sábado, 11 de noviembre de 2017

Habla

Cuando sabes lo que va a pasar pero callas, puede pasar lo que tras mi última publicación ocurrió. "Autolisis", no lo había escuchado jamás. Mi vano y equivocado intento para descansar me llevó al descarrilamiento hasta tal punto que, 8 meses más tarde, sigo reuniendo a diario fuerzas para recuperar lo que esta sociedad llamaría "una vida normal".
Hoy no entraré en detalles sobre ese mes de marzo en el cual ingresé en el hospital psiquiátrico Benito Menni, ni entraré en detalles sobre qué se le puede pasar por la cabeza a una persona para intentar suicidarse. No entraré en detalles hoy porque hoy me respeto más y, simplemente, no me apetece.
Pese a todo, os dejaré un texto que escribí el día 2 de septiembre, sobre lo que mi depresión me obligaba a explicar en ese momento. Al texto lo titulé "Mi cine":

"Mi mente es como un cine que no deja de proyectar películas en ningún momento. A veces, se repite la misma una y otra vez como si no hubiera visto el final. No veo puertas en las paredes, solo hay una silla que inamovible apunta hacia la pantalla. Por más que lo intento mis ojos no pueden evitar mirar hacia allí. A veces imagino sin quererlo y casi llego a escuchar dentro de mi cabeza mi propia voz gritando desgarradoramente, cuando me bloqueo y siento estar en una caja invisible tan pequeña y asfixiante que no puedo estirar los brazos ni las piernas. A veces, cuando algo estalla contra mi integridad mental, cuando algo no encaja con mis pensamientos y no puedo abarcarlo, siendo como si el pecho se me llenase de vapor a presión, como una oleada que junto a una respiración notable se densifica entre medio de mis pulmones. Siento una profunda rabia en ese punto y, si tengo algún objeto cogido siento que esta energía me pide lanzarlo brutalmente contra el suelo o la pared. Es como si todo ese vapor a presión no tuviera válvula de escape y necesitase expulsarlo todo de esa manera para descansar. La mayoría de veces me doy cuenta de mí misma, me doy cuenta de que estoy haciendo equilibrismos sobre una cuerda que es el autocontrol, a metros y metros del abismo del descontrol, y decido esfumarme de esa imagen en la que me encuentro, tragándome el vapor de la oleada, alejando el objeto de mis manos para evitar caer. Es una pequeña victoria ya que he evitado dar un paso atrás, no he hecho nada añicos, pero es una victoria silenciosa de la cual solamente yo me reconozco, y sigo dando vueltas a aquello que ha incordiado mi esforzadamente conseguida estabilidad, rompiéndola. Es una nueva cinta que cae por una trampilla dentro de mi cine mental, quedándose, sin saber cuándo dejará de emitirse. La vida sigue, el tiempo avanza, todos viven, mi cuerpo actúa, pero mi mente sigue estancada en ese pensamiento. Puede que ese nuevo estreno quede en la parte más honda del armario junto a películas pasadas, pero lo que los demás considerarían una película que no tiene ningún interés y que no volverán a ver, para mí vuelve como un remake con gran facilidad, haciéndome sentir las mismas emociones que la primera vez que lo vi. Otra vez, como si no supiera el final. Si sentí rabia, mi cuerpo vuelve a experimentar la misma oleada de sensaciones que sentí. Con tan sólo el recuerdo se generan en mí los mismos efectos. Muchas veces araño las puertas de este cine porque no quiero seguir viendo más veces las mismas películas, pero la ansiedad y la obsesión hacen que las paredes se vuelvan más fuertes que un chaleco antibalas, y mis uñas y mis manos persistentes sangran. A veces, entre toda esa confusión, me vuelvo una bestia y apunto toda la ira hacia mí misma para no dañar a nadie y mis muñecas sangran de verdad. Me supone un gran esfuerzo desengancharme de mis malos pensamientos. A veces, es tal el esfuerzo que solamente puedo yacer estirada, porque mi cuerpo se siente muy cansado pese a no haberme movido. A veces es como si los pensamientos y las emociones pesaran, situándose en la cabeza y en el pecho, como grandes bolas de metal que me doblegan hacia el suelo, hacia la cama, en la cual tocando lo más bajo sobre una superficie blanda, es cuando me siento segura porque mi cuerpo deja de soportar tantos kilos, toneladas. Sobre una superficie no puedo bajar más. En ese momento, en ese lugar, en ese alivio que no es más que una ilusión, se forjan nuevas bolas que me llenarán por completo hasta que jamás pueda volver a levantarme. Sintiéndome inútil, sintiéndome mala persona. Sintiéndome una perdedora que sólo quiere descansar o parar el tiempo. Esa es mi depresión."

La que voy a vencer.

Hasta pronto!