domingo, 1 de noviembre de 2015

"Lo que tienes que hacer es..."

¿Qué os dije en la anterior publicación? Estoy empezando a temer cómo me encuentro a medida que pasan las semanas”. Al final será verdad que quien mejor se conoce es el propio enfermo, ¿no?

“Lo que tienes que hacer es no acobardarte”. Esa es la respuesta de mi madre (acompañada de una mala cara de desacuerdo) al decirle que la médica psiquiatra de urgencias me ha sugerido que reduzca mis horas de trabajo tras explicarle que tuve alucinaciones auditivas y mi estado actual. Me revienta y me frustra eternamente. Me da muchas ganas de llorar ver que mi madre no entiende lo que me pasa. Ver que, con toda su buena fe, lo máximo que llega a decirme es que “lo que tengo es que estar bien”, “lo que tengo que hacer es no acobardarme”, “lo que tengo que hacer es sentirme segura de mí misma”. Gracias mamá (de verdad) por intentar ayudarme (pese a que sin éxito), pero esto que me pides para mí son fines, ¿me explicas con qué medios llego a ellos?

Es muy duro ver que algunas de las personas que más quieres no llegan a entender tu enfermedad. Mi madre cree que porque siga trabajando a jornada completa que es lo “estándar” o “normalizado” voy a “curarme” o algo así, por el hecho de estar haciendo algo “normal”. En parte entiendo su visión porque es cierto que el trabajo es un medio de inclusión, pero creo que no me he expresado correctamente… Lo que quiero decir no es que ella crea que vaya a “curarme” por mantener mi rutina laboral de 40h semanales. Ella cree que no tengo ningún tipo de trastorno o eso es lo que quiere ver, y que reducir mis horas de trabajo va a convertirme en un bicho raro incapacitado y entonces sí, volverme una enferma mental (dicho burdamente). Puedo ver que le da pánico. Creo que aceptar que en mi estado me cuesta seguir un ritmo de 8h de trabajo diarias le acerca también a aceptar que tengo un trastorno y eso no le gusta nada. No ve la enfermedad como tal, sino que ve la enfermedad como “el mal”, “la rareza”, “el fin del mundo”. Por lo tanto, es más fácil no querer ver nada y seguir con los comentarios que he escrito antes: “lo que tienes que hacer es estar bien”, toma ya.

Así pues, ella no logra entender que el problema no desaparece por más que finja hacer de manera natural y mecanizada lo que la sociedad considere como “normal”, y no quiere entender (porque le duele) que a veces, el trabajo sumado a otros factores estresantes, puede desencadenar que pegue un bajón psiquiátrico. En este caso, la suma del trabajo y otras circunstancias que no voy a publicar por respeto a la intimidad de otras personas. Todo esto me ha llevado a un estado de ansiedad prácticamente permanente desde hace más de una semana, un estado de disociación que viene y va a días, pensamientos suicidas, de autolesión, de culpabilidad, de soledad, irritabilidad, un estado de alteración del ánimo constante e incluso creo que todo esto puede ir relacionado con otros síntomas físicos que tengo (dolor de cabeza a diario, mucha fatiga, sueño, sensación de fiebre pese a que mi temperatura está justamente por debajo de lo que acostumbro…), trastornos del sueño, un ataque de pánico nocturno y por último la aparición de alucinaciones auditivas. Uau, leyendo todo esto me doy cuenta de que “estoy podrida” de la cabeza.

En definitiva, me encuentro en un momento de decisiones que me resultan muy incómodas (y más teniendo en cuenta la tirria que le tengo al hecho de decidir, tal como se ha podido ver en antiguas publicaciones). Por un lado la psiquiatra me ha sugerido reducir horas de trabajo. Por otro lado a mi madre eso le aterra. Por otro lado se lo he comentado a mi hermana y opina que estoy pasando por un momento de bajón psiquiátrico no por el trabajo, sino por la suma del trabajo con otras circunstancias y que el trabajo es una herramienta de mejora para los trastornos mentales. Por otro lado estoy de acuerdo con esto último pero sé que no puedo aguantar este ritmo más, me siento al límite, y tengo cierta sensación de ir a desencadenar un brote psicótico importante en cualquier momento. Claro que, también influye aquí el hecho de que reducir mi horario de trabajo me haría sentir culpable dado que dos personas que me quieren ya han dado a entender que no es lo idóneo (una de ellas por motivos irracionales y otra por motivos racionales). Por otro lado la médica es quien entiende y es quien me ha sugerido reducir las horas, pero claro… Mi vínculo afectivo hacia ella no es el mismo que el que tengo hacia mi familia, y no hacerle caso a ella no me supondría ningún tipo de sentimiento de culpabilidad (igual que no me lo supuso el hecho de dejar la medicación pese a que mi psiquiatra me dijera “Ya me gustaría Laura… Pero debes tomarla”). A todo esto, por cierto, es obvio que ahora sí que estoy volviendo a la medicación antidepresiva y, con suerte, si logro estabilizarme desaparecerán los síntomas psicóticos (alucinaciones). Como mínimo me alegra no haber empezado a tomar antipsicóticos.

En definitiva: a veces no me veo capaz de elegir lo que yo creo que necesito (pese a que coincida con lo que el médico piense) porque detrás de ello hay unas personas que me importan y opinan otra cosa. Y aquí es cuando me siento en un asqueroso tira y afloja que me revienta, me frustra y me produce ansiedad, ya que de hacer caso a lo que yo (quien vive el problema en primera persona) necesito, sentiría un terrible sentimiento de culpabilidad por “desobedecer” a las personas que me importan. Pero en definitiva… No puedo más, y sé que si sigo en esta situación en cualquier momento ocurrirá una “desgracia”.

Cada día me siento con menos espacio para respirar.